A Carlos y Andrea
Fui criada bajo la cultura de las muñecas y los juegos en el patio, a la hora del recreo. Me enseñaron a hacer una sola cosa a la vez. Sin embargo, la niñez del siglo XXI es muy distinta. No es raro encontrar niños haciendo varias tareas simultáneas. Muchos tienen la habilidad de hacer su trabajo escolar con un celular en la mano, un libro en la otra, mientras textean con un amigo, mantienen abierto un videojuego y hasta escuchan música. ¡Genial! ¿No les parece?
Tenemos que atemperarnos a los cambios, si no queremos retroceder. Si el paisaje cambia, nosotros también. Con la llegada de las nuevas tecnologías, las familias monoparentales como las tradicionales, nos enfrentamos a nuevos desafíos en el proceso de la crianza, por lo que estamos obligados a redefinir aquellas categorías que parecían estáticas.
Hace pocas décadas, la infancia se concebía como una etapa relativamente predecible. Los niños iniciaban su escolaridad a los cinco años, se vinculaban exclusivamente con su grupo familiar, se relacionaban con un pequeño círculo de amistades y jugaban con juguetes que eran materiales, no virtuales.
Hoy día, la mayoría acude a una “escuela maternal” a los dos o tres años, a consecuencia, empiezan a crear vínculos más allá del grupo familiar y los juguetes electrónicos los acompañan, casi desde que nacen. Por eso no debe extrañarnos que sientan tanta pasión por las pantallas como la televisión, las computadoras, los celulares, las tabletas y las consolas de videojuegos, entre otros dispositivos. Es innegable que la revolución informática ha impuesto cambios drásticos, tanto en la vida cotidiana, como en los vínculos interpersonales y en la educación que reciben nuestros hijos.
Pero, ojo, nada de esto es negativo. Es un reto criar hoy día, no obstante, es un desafío que vale la pena encarar. No podemos dejarlos solos, ni pretender una crianza alejada del contexto social y cultural actual. Cuando nuestros padres nos criaban nos enseñaban todo, en este siglo, los padres ya no somos los dioses del saber. Ante esta la realidad, el sicoanalista Julio Moreno, autor del libro Ser humano. La inconsistencia, los vínculos y la crianza, nos recomienda preguntar más y enseñar menos.
Esto me recuerda a una etapa en la vida de mi hija, hace como un año o dos, en el que me inventé el supuesto juego: “Lola pregunta”. Yo encaraba a Lola, quien le preguntaba a Sofía Valentina cosas que quería saber de su diario vivir, sus emociones, sentimientos, miedos, etc. Al no ser Mamá quien interrogaba, y tratarse de un juego, me funcionó muy bien. De forma entretenida tuve acceso a la información que deseaba para estar alerta y entender mejor a mi hija.
De acuerdo al doctor Moreno, la forma de rescatar y transmitir los valores subjetivos de lo humano, por sobre las virtudes técnicas de las máquinas, es charlando, compartiendo, viviendo juntos la experiencia de jugar y mostrando interés por nuestros hijos y por lo que hacen. Me parece una recomendación muy acertada. Por eso, en este mundo moderno en el que mi hija se apodera de la pantalla grande de la televisión y me restringe a la pequeña de mi tableta, de vez en cuando tengo que hacer un alto, para ver juntas una misma película, practicar un juego de mesa, colorear, leer un cuento, ir a caminar, hacernos cosquillas… En fin, para conectarnos.