¿Qué es más importante? ¿Ser o tener? Sobre eso divago hoy. Recuerdo que en mi tercera década me sentía frustrada porque no tenía casa propia ni un empleo regular. Tampoco tenía hijos y vivía lejos de mi familia y mi mascota. Estaba estudiando para terminar mi grado doctoral y me lamentaba porque no tenía lo que pensaba que a esa edad ya debía tener. Por supuesto, ahora comprendo que esa insatisfacción, obedecía a las construcciones sociales. Quería tener, tener y tener. Eso me condujo a tomar algunas malas decisiones.
Cerca del final de esa década compré un apartamento, conseguí un trabajo más estable, tuve una hija, una mascota y terminé mi grado doctoral. Sí, como ven, tengo lo que quería. He pasado por etapas en las que he tenido problemas para pagar mi casa, pero la conservo y me gusta mucho mi espacio, mi hogar. En el trabajo ha habido sus altas y sus bajas, pero sigo ahí y disfruto mi vocación, mientras busco ampliar mis opciones profesionales. Tengo una hija que conlleva un gran compromiso, pero es el mejor regalo de amor del Universo. Sigo lejos de mi familia (los que quedan), pero me he reencontrado con otros que están más cerca. Y hasta he tenido dos maravillosas mascotas en este tiempo. Estoy agradecida.

No obstante, las cosas materiales no han sido suficientes. En los últimos meses me he dedicado a buscar lo que me falta y no es sencillo. Como escribí en la columna “Divagaciones I (La del espejo)”, ando intentando reencontrarme. Reencontrarse con una es más difícil que reencontrarse con otro. Ya no quiero tener cosas, ahora quiero ser. Es complicado porque no puedo ser sin reencontrarme, sin embargo, ya mis pasos están construyendo ese sendero. [… se hace camino al andar, golpe a golpe… Antonio Machado].
Estoy en un momento de mi vida que puede ser egoísta para algunos porque vivo centrada en mí. Pero parte de este trabajo es dejar de preocuparme por lo que otros piensen. Además, una vida con propósito me permitirá servir mejor a los demás. Ahora hago lecturas orientadas a lo que busco, escucho buenos consejos, creo nuevos hábitos, valoro más todo aquello que tiene vida. Cosas sencillas como sembrar una planta, recordar que debo regalarla, darle los cuidados apropiados para que crezca sana y hermosa y disfrutar su existencia con mis sentidos alertas.
También cultivo mi espiritualidad para conectarme con el Ser y centrarme en el momento presente. Es un trabajo de todos los días, pero estoy viendo resultados. En mi interior tengo más tranquilidad, paz y armonía. Y la intuición de que existo haciendo lo correcto porque quiero ser mejor persona, mejor mujer, mejor madre, mejor hermana, mejor tía, mejor prima, mejor amiga… Quiero ser porque ya lo tengo todo. Lo que me falta está en mí misma y debo encontrarlo.

Por lo menos hoy sé que no soy lo que otros piensan de mí, ni las voces negativas en mi cabeza, ni las piezas rotas que llevo en mi interior. Tampoco soy los errores que he cometido, ni las cosas que me causan dolor, ni siquiera soy mi cuerpo, ni mi edad, ni mi raza. No soy nada de eso. Soy una parte del Todo que busca Ser más auténtica.