CRISIS EDUCATIVA ANTE LOS EFECTOS DE LA PANDEMIA

Como madre de una niña que está en quinto grado y como profesora universitaria, tengo serias preocupaciones en el ámbito educativo. No solo nos enfrentamos a la crisis sanitaria como consecuencia de la pandemia del coronavirus, sino también a la académica. Ciertamente los padres y los docentes enfrentamos un reto imprevisto, pero el estudiantado es el que sufre las verdaderas carencias ante la improvisación del modelo educativo a distancia.

Existen varios escenarios. Por ejemplo: hay estudiantes que están atosigados de tareas, pero no reciben clases virtuales y deben fungir como autodidactas. Hay otros a los que se les exige un mínimo esfuerzo y tampoco reciben formación en línea. Y están los alumnos que sufren de desigualdad social porque no cuentan con los recursos de internet ni con aparatos electrónicos. Estos y otros escenarios posibles levantan una bandera de alarma.

La pandemia que ha provocado el cierre de las escuelas y universidades y nos ha llevado a trasladar el salón de clases a un ordenador, tiene serias consecuencias. Una de ellas es que la educación a distancia es incapaz de atender y orientar de manera individualizada las necesidades y potenciar las capacidades de cada estudiante. Por otro lado, debemos cuestionarnos si se está gestionando de manera adecuada la docencia virtual. ¿Se están ofreciendo las clases por videoconferencias? ¿Todos los centros educativos cuentan con las plataformas adecuadas para la educación a distancia? Me parece que la respuesta a ambas preguntas es ‘No’. Lo que nos conduce, entre otras cosas, a un caos en la educación a causa de cargas académicas excesivas o mínimas, pérdida de la calidad académica, aumento del estrés y la ansiedad e incertidumbre.

Veamos. Hay estudiantes que están sufriendo excesivas cargas académicas que no pueden manejar solos y que probablemente no cuentan con padres o tutores que puedan asistirlos eficientemente en el proceso. Hay otros (como mi hija) que solo reciben por WhatsApp tareas mínimas para realizar en casa y no tienen ningún contacto con sus docentes. Ambos escenarios son críticos, el primero porque sobrecarga al alumno que se ve obligado a cumplir unas tareas excesivas que no garantizan el aprendizaje, sino que conducen a la frustración. El segundo porque no reta al estudiante, lo mantiene en una zona confortante y propicia serios rezagos académicos.

Ante estos escenarios se pierde la calidad didáctica. Si el docente no conoce las herramientas, ni las estrategias, si no tiene o no domina los recursos tecnológicos; se convierte en una figura ausente incapaz de mantener contacto con sus alumnos. Lo que provoca que recaiga sobre el estudiante el peso de la capacidad de autoaprendizaje, y no todos están listos para esto. Lo que nos lleva entonces a el aumento del estrés y la ansiedad académica sumada a la ya existente a causa del confinamiento en el que estamos.

Muchos estudiantes sufren de una gran incertidumbre porque no reciben información clara sobre su proceso educativo, sus evaluaciones y mucho menos, el cumplimiento del contenido propio del grado en el que están o de las materias que cursan. Esto pone en evidencia la clara necesidad de un intercambio directo y real de las instituciones educativas con los estudiantes y con los padres y tutores, cuando se trata de educación primaria y secundaria.

Como madre de una niña en escuela primaria y como profesora universitaria estoy igualmente preocupada. Mi hija no me deja ayudarla para compensar que no recibe clases virtuales, solo mínimas tareas por WhatsApp. No lo permite porque me ve como su Mamá y se resiste a verme como docente. Lo que redundará en serias deficiencias académicas para ella y una gran frustración para mí. Como profesora universitaria sufro la pérdida de algunos alumnos que no tienen los recursos para conectarse a los cursos en línea, así también la falta de contacto directo con ellos ya que la fórmula de docencia virtual no asegura el grado de calidad de la enseñanza presencial.

En fin, estamos ante una verdadera alarma formativa. Muchas administraciones pedagógicas están eludiendo su responsabilidad de brindar instrucciones precisas y facilitar la coordinación entre el estudiantado y los docentes. Como consecuencia, sufriremos de inminentes rezagos académicos, desigualdades socioeconómicas, deserción, desempleo, sueldos bajos, etc. Alarmante, ¿no? Pues como decimos en Puerto Rico: “cada cual que se ponga pa’ su número”. Es decir, hagámosle frente a esta crisis educativa, ahora.

P. D. Imágenes cortesía de Pixabay

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