¿Qué si estoy ansiosa? No…, solo siento algo de presión en el pecho, a veces respiro con dificultad, no estoy durmiendo bien en estos días y me preocupa que mi hija va a regresar a la escuela. Pero esto no es ansiedad, es muy normal… Seguramente muchas madres en Puerto Rico están sintiendo lo que yo, ahora. Tras los constantes sismos que estamos viviendo en estos días, es perfectamente entendible que nos sintamos inquietas. Lo verdaderamente importante es que lo aceptemos y agarremos a la ansiedad por los cuernos.
Empecemos reconociéndola, como estoy haciendo ahora. ¡Sí, sí, carajo, estoy bien ansiosa! El hecho de que mi hija empieza la escuela me causa punzadas en el pecho. En todos los temblores de tierra que he sentido ella ha estado conmigo y la idea de que ocurra otro mientras esté en la escuela, me aflige. Ya está, lo reconozco.
Ahora bien, ¿qué puedo o podemos hacer? Empezar a calmarnos. Asegurémonos de que la escuela a la que van nuestros hijos haya sido debidamente inspeccionada y que cumpla con los estándares de seguridad. Confirmemos que la administración escolar tenga un plan de emergencia bien estructurado y que tanto el personal como los niños lo conozcan y estén preparados para seguirlo.
Una vez hecho esto nos queda trabajar en nosotras. He estado leyendo mucho para tratar de tranquilizarme. Mi hija ya ha percibido mi ansiedad y eso no ayuda, si trasmitimos nuestra angustia la situación empeora. Así que voy a compartir lo que me está ayudando. En un artículo que escribió Cristina Martín García citó al presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, Antonio Cano Vindel, quien ofreció excelentes recomendaciones para reconocer y trabajar con la ansiedad.
Cano recomienda que seamos realistas y no magnifiquemos la ansiedad reinterpretando la amenaza de forma menos grave. Aconseja la siguiente práctica: Primero nos invita a razonar sobre si la posibilidad de que ocurra lo peor es tan grande. Luego, a que reflexionemos en cuanto a si ocurriese lo peor eso sería tan grave y por último a poner atención en los problemas solo cuando se pueda hacer algo. Ante estas recomendaciones no nos queda otra cosa que seguir la vida normal y atender las situaciones según se presenten. La posibilidad de que ocurra un sismo cuando nuestros hijos estén en la escuela, existe, pero angustiarnos de antemano solo nubla nuestros pensamientos y perturba nuestro corazón. No resuelve nada.
¿Qué podemos hacer? Instruirnos y relajarnos. Debemos estar informadas y orientar a nuestros hijos sobre qué hacer y cómo mantener la calma en caso de que ocurra una emergencia. Distraer la mente ayuda mucho. A mí me relaja caminar al aire libre, repetir mantras u oraciones y usar algunas técnicas de relajación a través de la respiración. Identifica qué funciona para ti y ponlo en práctica. Agarremos a la ansiedad por los cuernos para dominarla.
Decretemos: Todo está en perfecto orden.