¿Y SI ES UNA TRISTE NAVIDAD?

Para Mel y algunos más…

Se escuchan los villancicos, suenan las maracas y los panderos, el árbol está encendido, el coquito en la nevera y ya huele el asado. Una tradicional Nochebuena para muchas familias. Damos por sentado que todo es felicidad, pero debemos pensar en aquellos que viven una triste Navidad: personas enfermas, ancianos solos y otros que han perdido a seres queridos. Una época festiva puede ser nostálgica cuando la ausencia duele más porque añoramos a esas personas que amamos y que, por distintas razones, ya no están. Seamos solidarios con el dolor ajeno, el mismo que un día puede ser nuestro.

Hace 10 años que no paso Navidad con mis padres, así que conozco la pérdida de primera mano. Su legado es el que me ha enseñado a sobrellevar las cargas y a ser feliz a pesar de su ausencia. Han sido años de aprendizaje y superación por lo que, en esta ocasión, deseo compartir con los que sufren la pérdida de alguien querido.

Si esa persona se fue hace poco tiempo el dolor no puede negarse porque es algo natural. Como amigos o familiares de quien sufre, debemos ofrecerle nuestro hombro para que llore, en vez de instarlo a que olvide, ría y goce como si nada hubiera pasado. Hay que llorar para liberar ese quebranto. Después del llanto siempre nos sentimos mejor. Llora si es tu caso o consuela a quien lo necesita.

No renuncies a la Navidad, por el contrario, celébrala porque es lo que tu ser amado hubiera querido. Al siguiente año de haber muerto mis padres mi hija había nacido, estaba sola con ella y fue la primera vez que puse un árbol de Navidad en mi hogar. Incluso le puse por nombre “Sofía Elvira”, en honor a ellas. Así que, piénsalo mejor, puedes honrar la memoria de quien no está contigo.

La muerte es inevitable, dolorosa, pero natural. Y así debemos recordar a esos seres amados, con naturalidad. En lugar de dejar una silla vacía, dedica tiempo a recordarlo con amor y alegría. Viendo sus fotos o videos, contando anécdotas, etc. Las lágrimas podrían surgir, pero las risas también. Podemos rendir homenaje a las personas que no están poniendo algo suyo en el árbol, cocinando algo que ellos siempre hacían o a través de cualquier otra costumbre que tenían.

La primera Navidad lidiando con una ausencia, evidentemente es diferente. Podemos aprovechar para iniciar con nuevos ritos de celebración. No todo siempre tiene que ser igual. Puedes hacer un viaje, celebrar las fiestas en otro país, con otras personas y diferentes costumbres. O simplemente, cambiar algo, explorar la novedad para desviar la atención, empezar de nuevo sin perder la ilusión.

Cuando perdemos a seres amados la tristeza va y viene, un día reímos y al otro lloramos. Pasarán los años y así será. A veces podemos sentir culpa. No obstante, tenemos el derecho y hasta la obligación de seguir adelante. Debemos agradecer y ser felices a pesar de la ausencia.

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