A Ivonne y a Luz (cuya relación de madre e hija admiro mucho)
Cuando llega el verano tenemos más tiempo libre. Los chicos están de vacaciones y hay que buscar en qué entretenerlos. Además de los campamentos y talleres de verano, es importante que pasemos tiempo con ellos. Como no tenemos que llegar del trabajo para hacer o monitorear tareas escolares, podemos aprovechar ese tiempo para pasar tiempo de calidad con nuestros hijos. Como es mi caso, hablaré de madre a hija y algunas acciones entretenidas que podemos hacer.

El verano se presta para las actividades al aire libre. Así que, por supuesto, las playas, las piscinas y los ríos son una buena opción. Si tu hija se cree un pececito (como la mía) disfrutará nadar y entretenerse en el agua. En la playa se puede jugar a hacer figuras de arena, incluso recoger piedras y caracoles con los que luego puedes inventar alguna manualidad. La piscina es buena para retozar con juguetes de agua o simplemente refrescarnos y conversar. En el río no solo disfrutamos el agua, también podemos explorar y hacer un pícnic.

Si el día no tiene las mejores condiciones para estar al aire libre, el cine siempre es bienvenido. Máxime cuando en verano suelen exhibir muchos estrenos dirigidos a la familia. Esta actividad, en mi experiencia, es buena para sacarle más partido. Mi hija y yo solemos hablar de cuál fue nuestra parte favorita y yo aprovecho para indagar o resaltar los valores que haya presentado la historia. Y, como si fuera poco, hoy día tenemos la ventaja del “cine” en casa. No tendremos la pantalla gigante, pero sí una que cumple con la función y un “micro” para hacer las palomitas de maíz y algunas otras chucherías para comer y tomar. De modo que una película, invariablemente, es y será una buena alternativa.

Un día de embellecimiento de chicas (spa). ¡Qué rico es! Lo bueno de esto también es que, si no tenemos el dinero suficiente para pagar por estos servicios, podemos hacer en la casa cosas sencillas. Por ejemplo: pintarnos las uñas, ponernos mascarillas, darnos masajes, maquillarnos, peinarnos. Esto a las niñas, desde pequeñas, les encanta. Creo que todas las que tenemos hijas las hemos sorprendido embarrándose con nuestros maquillajes y poniéndose nuestros zapatos. ¡Guardo hasta fotos de eso! Siempre llega el día que se antojan de maquillarnos y peinarnos y nos dejan como payasitas.

No puede faltar ir de compras. Cuando Sofía Valentina era pequeña no me gustaba llevarla a las tiendas porque se escondía o se portaba mal. Ahora que es más grande es diferente. Según fue creciendo comenzó a hacerse divertido porque empezaba a medirse cosas y a hacer monerías. Ahora que tiene nueve años es casi como ir de compras con una amiga, ya que nuestros gustos se asemejan y nos criticamos la una a la otra.

Otra actividad de madre e hija que me encanta es leer cuentos y charlar a la hora de dormir. Ese momento de comunicación íntima es bien bonito y suele ser revelador, si de conversaciones se trata. Otras veces es un rato de risas si ella me cuenta chistes, si la molesto por algo o le hago cosquillas.
En conclusión, aprovechar cada momento para compartir de madre a hija no solo es necesario, sino que redunda en experiencias únicas de desarrollo, aprendizaje y unión. ¡Hagámoslo!