Hace poco leí unas palabras que decían: “Es necesario reivindicar los hechos de la propia vida para convertirse en uno mismo”, Anne-Wilson Schaef. He meditado en ellas en la búsqueda de nuevos proyectos de realización personal. Me parece importante hacer una introspección antes de una planificación. Muchas veces nos desenfocamos y buscamos quedar bien con los demás traicionándonos a nosotros mismos. Pues bien, hoy se trata de quedar bien contigo…
¿Quién eres? ¿Qué deseas? ¿Qué te gusta? ¿A dónde quieres llegar? Son algunas de las preguntas que debemos hacernos y respondernos honestamente, mirándonos al espejo, de tú a tú. Es cierto que vivimos en sociedad, pero también tenemos que ser conscientes del gran regalo que es nuestra vida y que es nuestra responsabilidad cada paso que damos. Antes de quedar bien con la familia, los vecinos, los amigos, el trabajo, la escuela…, queda bien contigo. Si no quedamos bien con nosotros mismos, al final, no quedamos bien con nadie. Parece fácil, pero el verdadero reto es ese.
Creo que uno de los propósitos de nuestra existencia es buscar ser mejor cada día. Porque mientras más plenos y felices seamos, más luz irradiaremos a los demás. Y, en consecuencia, mejor será nuestra convivencia y seremos un buen modelo para nuestros hijos. Mi hija, por ejemplo, es un reflejo mío, de lo bueno y de lo que tengo que mejorar (que es mucho). Es muy difícil explicar con palabras aquello que contradice mis acciones. Por lo tanto, tengo que corregirme primero y modelarle una mejor versión de mí.
¡Qué difícil! Algo desventajado cuando se trata de una familia de dos porque el círculo es muy pequeño. No obstante, con los aciertos y desaciertos he comprendido que tengo que quedar bien conmigo. Cuando me siento plena, feliz y realizada, soy mejor persona, mejor madre, mejor modelo. Cuando trato de cumplir con todas las exigencias sociales y renuncio a mi voluntad (directa o indirectamente), me vuelvo huraña, malhumorada y apática. Esas emociones son energías negativas que opacan mi luz. No debo permitirlas.
Así que este año, luego de unas vacaciones, un buen descanso y mucha reflexión, tengo el firme propósito de quedar bien conmigo. Lo que implica mucho trabajo con mi ser. Algo dificultoso. Sin embargo, estoy segura de que si empleo más tiempo en mi bienestar seré mejor persona, mejor madre, mejor modelo para mi cría.
No puedo evitar que mi hija me imite, pero sí puedo ocuparme de que lo que repita sea lo mejor. Quiero que me escuche decretar afirmaciones positivas que impliquen abundancia y la realización de proyectos que tengan impacto positivo en otros seres. Quiero que ella vea que es transcendental ocuparse de una, verse y sentirse bien, esparcir alegría, ser responsable, cumplir con una misma. De este modo y según siga madurando, comprenderá que ella es responsable de sí y que, aunque es natural preocuparse, el compromiso debe ser, ocuparse.
Hoy comienzo con algo aparentemente trivial: me vestiré y me arreglaré para mí, para sentirme bien, para quedar bien conmigo y de ahí… hacia adelante. De lo simple a lo complejo.