Decir “te amo” no siempre es amor. El cuento de que los padres aman a sus hijos de manera incondicional no es cierto. Hay padres que no saben amar, no se aman a sí mismos, por lo que no pueden brindar un lazo vigoroso a sus hijos. Los especialistas en conducta, afirman que el síndrome de padres manipuladores carga un alto costo psicológico al bienestar de sus hijos, quienes son victimizados. Lamentablemente este abuso ocurre más de lo que podemos llegar a imaginar y se conoce como “síndrome de alienación parental”.
Los padres manipuladores tienden a cosificar a sus hijos, dejan de considerarlos como personas y empiezan a pensar que son cosas u objetos. Son muy hábiles en ocultar sus auténticas intenciones, por lo que los hijos pueden vivir en una constante confusión. A veces utilizan a sus propios hijos, unos en contra de otros o en contra de sus madres.
En muchas ocasiones los padres que se han divorciado o separado de las madres de sus hijos, suelen manipularlos para evitar cumplir con sus obligaciones financieras y manejar, nocivamente, las relaciones paternas filiales. Un día les dicen a sus hijos que los aman con todo el corazón y al otro día dejan de buscarlos. Un día les hablan con tono afable y cariñoso y al siguiente, les gritan y los insultan. Un día los reconocen y el próximo día los relegan.
Cuando eres jefa de hogar y adviertes que el padre de tus hijos está manipulándolos, debes atender la situación, prontamente, porque el bienestar del menor es lo primero y nuestra obligación es protegerlos. Los padres manipuladores son dañinos para el infante y también para el futuro adulto, ya que este puede crecer con emociones confusas, entre amor y odio, incomprensión e impotencia, y, muchas veces, pueden llegar a necesitar terapia a consecuencia de trastornos emocionales, depresión o baja autoestima. En el peor de los casos, podrían terminar involucrados en relaciones abusivas o de dependencia emocional.
Así que madres, atentas. Si tu hijo empieza a llorar después de hablar por teléfono con su papá, algo está mal. Si tu hijo llega triste y distante después de haber pasado tiempo con su papá, algo está mal. Si tu hijo se muestra muy reservado de un día para otro, hay que indagar.
Decir “te amo” no siempre es amor. El amor de un buen padre es desinteresado, responsable, protector y consolador. Un padre manipulador dice “te amo” con artimaña, y eso está muy lejos del verdadero amor.