A las niñas
Creo que todas las madres y padres de este siglo nos hemos preguntado si es más fácil criar a un varón que a una niña. Esta interrogante ha sido tema de discusión en muchos paneles que coinciden en que es más retante criar a una niña. Muchas madres de esta época aplazamos la maternidad hasta educarnos profesionalmente, tener un buen trabajo y alcanzar cierta estabilidad económica. Además, salimos a la calle a disputarnos hombro a hombro el espacio público que pertenecía a los hombres. Por estas razones, las mujeres que criamos hoy, esperamos más de nuestras hijas que lo que exigieron nuestros padres de nosotras. Ciertamente, no queremos presionarlas, pero entendemos que tienen un mundo de posibilidades que deben aprovechar al máximo.
Ahora bien, ¿por qué es más difícil criar a una niña? Lo es, no por lo que esperamos de ellas las madres, sino por las fuertes presiones sociales y mediáticas a las que nos enfrentamos hoy. Según Helen Wright, directora de la Asociación de Colegios de Niñas de Inglaterra y autora del libro “Tu hija: Una guía para criar niñas”, la sociedad espera que nuestras hijas no solo sean inteligentes y exitosas, que es lo mismo que se le ha exigido a los hombres siempre, sino también “lindas”.
La tecnología y los medios influyen grandemente en la percepción de la realidad, lo que hace aún más difícil criar niñas hoy día. Concuerdo con Wright cuando dice que actualmente vivimos en la cultura de las celebridades, con un foco abrumador en la apariencia y la forma en la que supuestamente se debería vivir, de una manera que es irreal. El “bombardeo” mediático es tal, que nuestras niñas ya no quieren ser ellas, quieren parecerse a otras. Y este asunto en particular, me parece preocupante.
Creo que cada niña es bella en apariencia y esencia y que no deberían preocuparse por parecerse a alguien más. Constantemente, nuestras hijas están expuestas a mensajes implícitos o explícitos que acarrean el rechazo a su apariencia y la exaltación de un modelo equívoco. Digo equívoco, porque la belleza está en la diversidad. Y la exigencia social de que no solo sean inteligentes y exitosas, sino también “lindas”, no es más que una muestra, de lo que yo llamo, “quita y ponte la máscara”.
El otro día me sentí indignada ante un video que mostraba como el rostro de una adolescente se transformaba totalmente a través del maquillaje. La chica tapó todas las supuestas imperfecciones que tenía, y cuando terminó de aplicarse el maquillaje, no se parecía a su rostro inicial. Era otra, era una máscara. Creo que mientras menos maquillaje y más naturalidad, mejor lucimos. Ese video me dolió porque entendí que el estereotipo de la belleza pretende borrar la autenticidad de cada niña, cada adolescente y cada mujer.
En este caso, nos corresponde guiar a nuestras hijas y fomentar su autoestima constantemente. Creo que parte de la forma en cómo criamos a nuestras niñas debe enfocarse en este particular, asunto que no atañe a los niños. Debemos proclamar, eres bella porque eres tú: alta o baja, con pelo rizo o lacio, blanca o negra, con ojos oscuros o claros, gorda o flaca, en fin… sin máscara.Criemos niñas auténticas, libres, felices y de lo demás se encargarán ellas.